La “Suíza” de América del Sur tiene el potencial
Uruguay es un país moderno con mucha riqueza en el sector primario, a tal grado que el número de cabezas de ganado supera los once millones, convirtiéndolo en el país con mayor número de vacas por habitante del mundo, pero quiere hacerse un hueco en el mundo del turismo y potenciar su riqueza termal, la cual comparte con su vecino Argentina.
Alejandro Minguez/Texto y fotos
Entre Brasil y Argentina se sitúa la República Oriental del Uruguay. Es el segundo país más pequeño de América del Sur y cuenta con el nivel de alfabetización más alto. Un lugar seguro y con escasa corrupción política. Recibe su nombre exclusivamente por la situación geográfica que ocupa, en relación al río Uruguay, que hace de frontera natural con Argentina.
Fue tierra por la que pasaron portugueses y españoles, en la que no encontraron grandes tesoros y que abandonaron. Casi doscientos años después de proclamarse su primera constitución, hoy es un país moderno, apodado “La Suiza de Latinoamérica”, con mucha riqueza en el sector primario que quiere hacerse un hueco en el mundo del turismo y potenciar su riqueza termal.
En Uruguay hay muy pocos indígenas, conocidos como charrúas, y la población actual, de casi tres millones y medio de personas, es muy inferior al número de cabezas de ganado, que supera los once millones, lo que lo convierte en el país con mayor número de vacas por habitante del mundo.
Uruguay es un país verde y sin grandes altitudes, con una gran superficie dedicada a pastos para el ganado (vacas, ovejas y caballos), al cultivo de cereal, árboles frutales, sobre todo naranjos, y al aprovechamiento forestal, fundamentalmente eucalipto para la producción de pasta de papel. No hay ferrocarril en funcionamiento, aunque son visibles las vías y estaciones que trabajaron en tiempos anteriores, y las carreteras que vertebran el país no tienen doble carril, aunque hay proyectos para la construcción de autopistas.
En la zona norte aún quedan localidades con calles de tierra y con construcciones muy humildes de trabajadores que fueron en su día del ferrocarril y hoy están convertidos al sector agrario y a la riqueza termal. Tampoco existe una gran infraestructura de aeropuertos, que se suple con pequeños aeródromos, si bien está en proyecto uno internacional al norte del país y compartido con los argentinos.
Quedan pocos restos históricos y lugares de visita patrimonial. Hay una pequeña red de museos, en algunos casos privados, como el que existe en la pequeña ciudad de Guichón, o el del accidente de los Andes, el 571, que está en la capital. Un museo que cobra actualidad por la reedición del libro de Pablo Vierci y de la película de Juan Antonio Bayona, “La sociedad de la nieve”, para Netflix, en este año en el que se cumple el 50 aniversario del accidente que marcó a la sociedad uruguaya. También existen varios puntos declarados Patrimonio de la Humanidad, como el barrio histórico de la ciudad de Colonia de Sacramento, el paisaje cultural e industrial de Frai Bentos o la iglesia de la Atlántida, obra del ingeniero Eladio Dieste.
La precaria situación económica que vive la vecina Argentina provoca que miles de uruguayos crucen la frontera a diario y hagan horas de cola con sus vehículos para comprar productos y servicios más económicos. Esta circunstancia está obligando al gobierno uruguayo a poner en marcha una campaña para comprar en el comercio local y evitar el traslado al país vecino. Esta situación también provoca que los argentinos dejen de visitar Uruguay, al no poder hacer frente al costo de la vida, lo que incide en que el turismo se esté resintiendo.
Las alturas de Montevideo
En Montevideo, que concentra la mitad de la población del país, destaca una pequeña parte histórica, separada de la noticia por la Plaza de la Independencia, donde el libertador José Artigas está de espaldas al casco viejo y mira hacia la Avenida 18 de julio, que destaca por la modernidad. Un casco viejo castigado con edificios no recuperados, la presencia de gente sin recursos y escasa actividad comercial en la parte final hacia el puerto.
En la Plaza de la Independencia está una moderna presidencia del Gobierno, el hotel Radisson con 25 pisos de altura y dos de los edificios más característicos de Montevideo: por una parte, el edificio Salvo y, por la otra, el teatro Solís. El edificio Salvo, inaugurado en 1928, cuenta con 29 pisos, fue el más alto de la América del Sur mucho tiempo y llama la atención su estilo Art Decó ecléctico, con elementos góticos y neoclásicos, que finaliza en una torre que alcanza los 95 metros de altura, lo cual acoge viviendas y oficinas.
El Teatro Solís fue inaugurado en 1856, es el más antiguo de América del Sur y cuenta con una capacidad de 1.500 plazas. El gran protagonista de la capital junto a los altos edificios es la playa de la orilla del Río de la Plata, que se puede cruzar en barco para llegar a la vecina ciudad de Buenos Aires. Existe una zona de sol y playa, en Punta del Este, y otra de interés termal en las localidades de Salto y Paysandú, al norte del país.
Punta del Este es el segundo destino de interés turístico después de la capital. Está situada en la confluencia del Océano Atlántico con el Río de la Plata. Destaca la exclusividad de las actividades que se desarrollan en este lugar, desde festivales de cine y música o gastronomía a la oferta de hostelería.
Riqueza termal
La riqueza termal del norte del país está orientada exclusivamente al ocio y existe un importante número de parques acuáticos termales destinados a las familias, algunos de ellos con zona de acampada y bungalows, que aprovechan los manantiales de aguas del acuífero guaraní con temperatura superior a los 33 grados.
Parques termales que en algunos casos son de propiedad pública y en otros son concesiones privadas. Existen también varios complejos hoteleros de interés, como Altos de Arapey o las Termas de Almirón, que combinan un servicio hotelero de calidad con la oferta de piscinas de agua termal. En Arapey la ducha de las habitaciones son también de agua termal y la ofrecen para beber en los servicios de restauración.
La riqueza termal en Uruguay fue descubierta en los años sesenta del siglo veinte por casualidad, cuando hacían pozos en la búsqueda de petróleo, que no encontraron. Esta riqueza, la comparten con los vecinos argentinos y brasileños, que cuentan con una oferta de termalismo muy semejante a los uruguayos.
Desde el Ministerio de Turismo tienen claro que deben seguir trabajando en el apartado termal con la apertura de nuevos pozos y nuevas instalaciones turísticas y fortalecer y poner en valor esta riqueza en clave de binacionalidad con la Argentina. Apuestan por la desestacionalización y confían además en la gastronomía y sus vinos, que están en fase de expansión.
En el norte del país llama la atención la presa de Salto Grande, que comparten uruguayos y argentinos. Con 5.000 hectómetros cúbicos de capacidad, tiene 140 kilómetros de longitud, un puente internacional y un museo. Uruguay comparte además con la Argentina cuando menos el dulce de leche, el asado, el tango y el mate, aunque existen particularidades y cada uno reivindica el suyo.
Sorprende ver por la calle a jóvenes y mayores con el termo de agua y el recipiente, denominado “bombilla”, para el mate a todas horas. Es la bebida nacional y Uruguay es el país con mayor consumo de mate por persona a nivel mundial. Una bebida con sabor amargo, que cuenta con un cesto propio individual para su traslado por la calle y adorna los puestos de recuerdos por todo el país.
También llama la atención ver a la venta madera para hacer asados en el campo e incluso en la ciudad. Los vecinos se reúnen al pie de sus casas para hacer fuego y asar carne. Cada uno tiene su receta para alcanzar la perfección en el asado de ternera fundamentalmente. Los restaurantes ofrecen siempre el asado como reclamo y uno de los platos típicos es el “chivito”, pincho nacional que sustituye a un sandwich o a una hamburguesa.
Un bocadillo que puede ir con pan o emplatado y que tiene como base un filete de ternera relleno de jamón y queso, y puede llevar como complemento huevo o lechuga y tomate. Además, puede añadirse cebolla caramelizada y otros ingredientes como pepino o una vinagreta, que se puede consumir a cualquier hora.
El dulce de leche acompaña la multitud de sobremesas, fundamentalmente al flan de huevo, y los alfajores son con mucho las estrellas dulces del país, presentes en todas las mesas. El tango uruguayo tiene su origen en las zonas más pobres de Montevideo hacia 1880 y está muy presente en la vida del Uruguay. Son gente servicial y agradable, siempre tienen una sonrisa para los visitantes, a los que están deseando recibir.