
El Turismo es una importante actividad social y económica, que si se desarrolla bien permite lograr un desarrollo local importante para los destinos y lugares que son capaces de gestionarlo bien, no debería ser una novedad.
Que si se gestiona mal genera impactos negativos en lo ambiental, cultural y social para esos territorios, tampoco debería serlo.
Que para quienes pueden disfrutar de las experiencias de un viaje es una verdadera oportunidad de disfrute y de desarrollo personal también es verdad.
Muchas veces se tiende a idealizar la actividad turística por unos y a demonizar por otros, lo cual lleva a caer en análisis que simplifican su complejidad.
El Turismo es una actividad tremendamente compleja a pesar de que la terminamos definiendo sencillamente como el visitar lugares diferentes a los de nuestra residencia habitual.
Con los avances permanentes que se vienen obteniendo a nivel de tecnología e innovación, sin dudas se ha facilitado y abaratado el desplazamiento hacia cualquier punto del globo que uno quiera y pueda imaginar.
Pensemos en no más de 50 años atrás y se podrá constatar que sin dudas ha habido avances a partir de la globalización que tanto escuchamos mencionar y que es una realidad.

Si asumimos ese hecho como real, podríamos reflexionar sobre por qué todavía muchas personas siguen quedando por fuera de estas oportunidades de viaje, de disfrute y de desarrollo personal.
Para responder podríamos aludir a diferentes motivos que pasan por lo económico, por el interés, por la falta de tiempo u otros que pueden ser muy válidos, pero en este caso les invito a reflexionar en los casos que esos motivos no aplican.
Hay muchas personas que tienen recursos, tienen tiempo, tienen interés y de todos modos siguen quedando afuera de la posibilidad de viajar.
Esto sucede porque tenemos más de 1300 millones de personas en el mundo que padecen de algún tipo de discapacidad.
Discapacidades que pueden ser permanentes o temporales; de nacimiento o adquiridas, que tienen necesidades específicas y que los entornos les plantean barreras que les impiden poder acceder o ser incluidos.

Esas cifras nos dicen que solo en Latinoamérica tenemos en el entorno de 90 millones de personas en esa situación y que sin dudas deben ser un poderoso llamado de atención, pero sobre todo de intervención.
En épocas donde tanto se habla de Sostenibilidad y tantos esfuerzos se disponen para poder lograrla, no se puede obviar que la sostenibilidad abarca tres ejes o dimensiones que componen una trilogía única conformada por la dimensión ambiental, la económica y la social.
Para lograr la sostenibilidad se nos dice que las tres dimensiones deben desarrollarse en forma equilibrada y armoniosa y que no se logrará si se prioriza una dimensión sobre las demás.
También podemos reparar en que actualmente hablamos de ciudades inteligentes y de destinos turísticos inteligentes.
Y les pregunto, si dejamos personas afuera de las propuestas turísticas que se ofrecen, si no las tenemos en cuenta desde el vamos; podemos realmente decir que estamos apuntando a lograr esa tan sonada y deseada sostenibilidad.

¿Podemos decir que somos realmente inteligentes si dejamos a personas atrás?
Este preámbulo nos permite adentrarnos de lleno en el por qué es necesario entonces poder contar y diseñar un turismo más accesible e inclusivo.
Lo primero que debemos decir es porque es una obligación moral que tenemos como sociedad, si realmente queremos decir que somos sociedades que no excluyen.
En segundo lugar, podemos decir también porque hay oportunidades de negocio para muchas personas que quieran y puedan ofrecer propuestas accesibles, por el simple hecho de que existe una gran demanda insatisfecha y ávida de poder acceder a esas propuestas.
Si se quieren diseñar propuestas realmente accesibles e inclusivas habrá que tener en cuenta algunos aspectos que detallaré a continuación y que conforman un verdadero “sine qua non”.
Esos aspectos pasan por:
1.Saber desde dónde partimos, lo cual implica preguntarse qué tenemos, qué nos falta y qué podemos y queremos realmente lograr.
2. Capacitarse y prepararse a conciencia y con convicción sobre lo que se quiere hacer. Esto implica capacitación personal pero también de todos los colaboradores que tendremos en el emprendimiento.
3. Conocer las necesidades y demandas específicas de los usuarios de esas propuestas, por lo cual debemos preguntarles en forma directa.
4. Planificar las acciones para poder contar con un camino guía a seguir, con objetivos, metas y acciones claras a lograr.
Definir la hoja de ruta del hacia dónde queremos ir.
5. Tomar en cuenta la denominada “cadena de la accesibilidad”, que implica analizar todos los momentos del viaje de una persona, para poder abordarles y prepararlos adecuadamente.
Todo lo que se piense antes es prevención y preparación.
6. Para el punto anterior es interesante pensar que el viaje es una experiencia que se puede dividir en un antes, un durante y un después, que, si bien conforman una experiencia única e integral, esa división nos permite ver qué cosas debemos tener en cuenta para que esa experiencia sea integral y sobre todo satisfactoria.
7. Cualquier persona quiere poder encontrar la información en el momento, canal y formato adecuado; quiere poder transportarse hacia, desde y en el lugar; quiere poder alojarse cómodamente, quiere poder alimentarse adecuadamente, quiere sentirse segura y quiere poder disfrutar de diferentes experiencias de cultura y ocio en el lugar visitado. Las personas con discapacidad tienen necesidades puntuales a ser tomadas en cuenta y eso también se puede y debe preparar. Se debe garantizar que las personas puedan acceder a todas esas propuestas de manera independiente y autónoma.
8. Todo lo anterior se debe testear para saber si ese todo que conforma una experiencia integral funciona adecuadamente. Sabiendo que en muchos casos se deberá colaborar y apelar al trabajo coordinado de otros operadores que no dependen en forma directa de lo que uno pueda ofrecer pero que sin dudas incidirán para que la propuesta sea positiva o no. Son parte de la cadena de accesibilidad ya mencionada en el punto 5.
9. Y finalmente no se puede omitir la evaluación en forma permanente y también solicitar el feedback para conocer de primera mano si lo que se está realizando está bien o mal.
Eso permitirá mantener lo positivo y corregir lo negativo. La mayoría de las veces, para las personas con discapacidad es muy difícil poder encontrar experiencias y oportunidades que cumplan con todos los requisitos mencionados precedentemente, por lo cual hay verdaderas oportunidades para quienes puedan ofrecer esas experiencias acordes a las necesidades y expectativas de esas personas.
Quienes lo puedan resolver bien tendrán verdaderas ventajas competitivas para un público ávido de poder acceder, que viaja en forma desestacionalizada, muchas veces con acompañantes y que es un público que es muy fidelizable si les ofrece experiencias que cumplan y resuelvan sus necesidades e intereses.
El día que no tengamos que escribir un artículo como este, será porque como sociedad hablemos logrado superar el tema de la accesibilidad y la inclusión.
Mientras tanto, reflexionemos, pero por sobre todas las cosas…acción e intervención.
Mag. Nicolás Raffo Menoni