Año nuevo vida nueva

Nuestro calendario, impuesto de manera arbitraria por enmarañadas circunstancias históricas y prácticas, es cada día más ajeno a los periodos circadianos, laborales y demás avatares terrestres o estelares. Aunque nuestro instrumento de conteo marca un compás con un profundo significado cultural y psicológico, hoy en día carece de aquel sentido lógico del que gozaba en la antigüedad.

Este singular recorrido sideral está repleto de hitos que van aliviando la monotonía de la vida: el día de la paz, el día del niño, el día del libro, el día de la butifarra y seguramente el día del botijo… hay días para todo, pero nuestro caprichoso comienzo de año es para muchos el momento más importante de todos. El 1 de enero es una fecha especial en la que se palpa un sentimiento de expiación de culpa, de renovación, de segunda oportunidad, y por qué no de renacimiento. Este paradigmático momento intoxicado a veces por los excesos del día anterior, nos anima y estimula para que fijemos unos propósitos o buenas intenciones para regocijo de academias de idiomas, gimnasios y establecimientos dietéticos.

Como bien saben los coaching deportivos, marcarse un objetivo constituye el primer paso para conseguirlo, por eso el establecimiento de una meta es imprescindible para alcanzar el fin, pero cuidado porque esta inflación puede desmoronarse de golpe causándonos una desagradable sensación de fracaso y frustración, y es que muchos de nosotros somos durante estos días irrealmente optimistas. Desde un punto de vista psicológico y llevando esta reflexión a todas las dimensiones de la vida hay que reconocer que es muy positivo fijarnos un propósito, las personas necesitamos motivación para llevar a cabo nuestras aspiraciones. Detrás de toda hazaña épica y también como no, de las grandes “burradas” de la historia, ha existido y existirá este irrefrenable estado mental.

El problema que surge cuando nos planteamos nuevos retos para el futuro es que casi nunca cumplimos esos propósitos. Entonces, ¿qué es lo que falla? Antes de responder a esta cuestión, admitamos que cometemos ciertos errores: seguimos fumando, continuamos con nuestros hábitos sedentarios, descuidamos amistades… Muchos de nosotros entramos en un bucle conocido como disonancia cognitiva; sabemos que lo hacemos mal, pero seguimos insistiendo, aunque esta incapacidad nos produzca gran frustración. Este intento de controlar nuestra propia vida fijando objetivos poco realistas peca de lo que se conoce como optimismo irreal, y como le ocurría a Sísifo nos obstinamos en perseguir retos imposibles.

¿Podemos superar esta contrariedad? -Sí, pero tenemos que seguir unas reglas, la primera es definir correctamente los objetivos para que estos queden condicionados por nuestras acciones y no por terceras personas-. Si quiero que mi lugar de trabajo esté más ordenado, quizás no sea total responsabilidad mía, con lo que la actuación de los otros hará que este objetivo se escape de mi control. Otra regla es ser realista, no plantear metas inalcanzables. Como se ha dicho uno de los principales problemas es el falso optimismo, si usted no es ni guapo, ni rico, ni famoso defina otras aspiraciones más sensatas, créame que existen otros deseos más terrenales. Otra norma es definir los retos de una forma concisa, nada de generalidades tipo “llevar una vida más saludable”, “ser feliz” o “aprender idiomas”, debemos planificar un abordaje progresivo, paso a paso, de una forma honesta, plausible y sin prisas. Por último y relacionado con el anterior, hay que establecer fechas o momentos concretos para alcanzar nuestros fines. Si demoramos demasiado nuestro ideal provocaremos un conflicto en nuestra mente, aspiramos a ese deseo, pero como no estamos continuamente perseverando en él, nuestro cerebro puede caer en un estado de estrés, divida el objetivo general y establezca metas a corto plazo. A ciertas personas les resulta útil escribir sus planes, no es una mala idea, podemos ir tachando logros en nuestro recién estrenado almanaque y así vigilar nuestros progresos.

Para finalizar quiero decirle que sea cual sea su buen propósito para este 2025 va a necesitar una gran dosis de ánimo y obstinación, pero al menos consuélese sabiendo que la satisfacción que va a recibir será proporcional al esfuerzo invertido. Feliz año nuevo.

Traductor »